febrero 2016
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El ámbito académico debe contemplar la teoría practicada
y la práctica teorizada, en el diseño estético-compositivo y
la construcción de la ciudad y la arquitectura. La práctica
debe ser el proceso por el cual una teoría o lección se
convierte en parte de la experiencia vivida real, para que
mientras la lección es absorbida a nivel intelectual en el
aula, las ideas se prueben y experimenten en el mundo
real con la seguridad de una contemplación reflexiva, y de
esta forma los conceptos abstractos se conectan con la
realidad vivida de la ciudad presente. La sensibilización
profesional es evidentemente necesaria y para ello
se debe poner especial atención a la incorporación
sistematizada del conocimiento urbano y arquitectónico, en
la formación académica de los profesionales involucrados
en el planeamiento, proyecto, gestión, construcción,
rehabilitación, etc., del Espacio urbano-arquitectónico.
Se requiere una tarea interdisciplinaria para incorporar la
diversidad compleja que se conjuga en el Espacio de las
ciudades.
La ciudad, entonces, es recuperada por la disciplina
arquitectónica, con el fin de configurar con propiedad su
forma física y, a su vez, encontrar en ella la fundamentación
científica y los elementos que articulan la generación de
nuevos objetos urbano-arquitectónicos. Esta relación de
codependencia mutua adquiere importancia en el presente,
en que nos preocupamos por las consecuencias futuras
de la conciencia o no conciencia de los vínculos urbano-
arquitectónicos explicables, que nos permiten enfatizar los
hechos concretos de nuestra profesión.