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formaciones de compromiso entre las representaciones
reprimidas y las represoras.
Las madres de los obsesivos son madres aparentemente
excelentes, Estas madres generalmente son muy super-
yoicas, autoexigentes y normativas, empezando por ellas
mismas y también lo hacen con sus hijos. Por ello son
madres que limitan mucho, más allá de lo razonable. Son
mujeres sobriamente entregadas, sólidas, no dramáticas,
con mucha consistencia.
A pesar de lo mencionado anteriormente, Valenzuela
(s.f.) considera que el niño obsesivo no ve a la madre
como dañina, únicamente la ve como alguien severa, que
se ha dedicado a él, pero que a la vez se muestra severa e
impenetrable. Esta madre ha cortado dos lazos: el erótico
con el padre y el del lenguaje, ya que la madre únicamente
desea al hijo.
La madre del neurótico obsesivo es tan acaparadora que no
permite que una tercera persona entre a ejercer el papel de
mediatizador para romper la diada que existe entre madre-
hijo. Denise Lachaud (1998) propone que es el niño quien
sirve a la madre, de tal manera que la madre lo utiliza para
demostrarle al padre que él es impotente, y fallido. Por lo
tanto el niño es un medio, un órgano, para la madre.
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La madre del obsesivo lo que busca es mostrar al padre que
su hijo puede cumplir el papel que él no es capaz de sos-
tener. Es por ello que permanece en constante demanda
con su pareja, el niño mantiene a distancia esta verdad de la
pareja. Hijo imaginario de un hombre imaginario, el sujeto
se encuentra desde entonces en conflicto en este lugar en
el que el Otro se impone, exhibiendo y rechazando la
castración (Lauchand, 1998).
La metáfora del nombre del padre
Un Padre es quien cumple una función, la de producir
un sujeto escindido. Es quien construye y constituye la
realidad psíquica. Sin embargo los padres de los obsesivos
son menos normativos, cumplidores, aceptan las reglas
PSIQUE - Gaceta de la Facultad de Psicología - abríl 2021