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A. (Durand y Fresán, 2006), pues considera la acción
recíproca y conjunta de los ámbitos primordiales en su
vida personal, familiar, escolar, social y moral, para acom-
pañarlos en el proceso de construcción de su capacidad
para la toma de decisiones libre y responsable, en donde el
tutor-par provee de vivencias exitosas a sus tutorados, en
el trayecto formativo inmediato, centrando su atención en
dos área básicas: el desempeño académico acompañando
su trayectoria escolar y la situación personal del tutorando
en un marco ético moral por medio del diálogo respetuoso
y fructífero.
A manera de conclusión
La tarea entonces es compleja y requiere de que las
personas, en ella involucradas, tengan una serie de carac-
terísticas y habilidades tales como el equilibrio entre la
relación afectiva y cognoscitiva, empatía y respeto por el
otro, incluyendo capacidad comunicativa, creatividad y
planeación (Mercado, H. Palmerin, M. y Sesento, L. 2011).
Todas ellas susceptibles de ser desarrolladas si el aspirante
a tutor está verdaderamente interesado en apoyar a otro
en su crecimiento personal y académico.
La formación de tutores es por tanto una tarea que toda
institución educativa deberá emprender, bajo la dirección
40 de un programa planeado y dirigido a todos los maestros
responsables o no del servicio de tutoría, pues como se
dijo en líneas anteriores, la tutoría es una labor que com-
plementa la docencia. Además debe abarcar la formación
de tutores pares, seleccionando de entre los estudiantes
aquellos que muestren el interés por el servicio y las
competencias académicas necesarias para acompañar a
otro estudiante y compartirle sus experiencias positivas
a lo largo del trayecto formativo en que ambos están
involucrados, convirtiendo con ello la tarea de tutoría en
un proceso de aprendizaje mutuo.